martes, 31 de mayo de 2016

FIESTA DE LA VISITACIÓN

Feliz fiesta!!!

Hoy Dios nos recuerda lo hermoso de la amistad profunda, de la visita y el encuentro que como mujeres generamos desde nuestros corazones preñados de Su Amor.
Dejemos que María nos llene de su fortaleza para salir en búsqueda, para misionar el Amor que Dios ha tenido con nosotras.

María de la Pasión nos recuerda que somos las Misioneras de María por tanto, llevemos a Jesús al mundo... a este mundo herido y roto. Que María siga siendo nuestro camino en el Camino.

viernes, 27 de mayo de 2016

¿Por qué tú no?



Para hablar de mi vocación, tengo que remontarme a muchos años atrás. Nací en la bella ciudad de Santiago de Cali, Valle, Colombia.
Fui la primera hija de Ismael Peña y Edelmira Lozano; crecí junto a mis hermanos: Mery, Carlos Julio, Ismael, Edison, Ángel Antonio y Merceditas. Cuando era postulante nació mi hermano Javier. También con mi abuela Catalina, para mí una persona muy importante.
Mis estudios los realicé en la Escuela Isabel de Castilla, dirigida por las hermanas Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena, fundadas por la hoy Santa Laura Montoya. Luego en un Instituto profesional. 
Mi camino de adolescente y joven se va desarrollando en la Parroquia San José, del barrio Cristóbal Colón, en Cali. Alternaba los estudios y más adelante el trabajo con algunos compromisos de Iglesia: Legión de María, Cruzada Eucarística y servicio a la comunidad en una cooperativa donde hacíamos con las amigas, servicios voluntarios para que se pudieran vender los productos a bajo costo. Entre medio tenía mis días como toda joven, de esparcimiento.
Lo que más recuerdo y con mucho cariño y gratitud, son las salidas en familia cada domingo, mis padres, abuela y hermanos íbamos al campo, cerca del río donde pasábamos todo el día. Eso si, a primera hora de la mañana participábamos de la Eucaristía dominical.
A los 15 años, alguien me dijo que sería religiosa, la verdad no me gustó para nada y lo dejé en el olvido. Trabajaba en las oficinas de un diario local y un día por el mes de julio de 1965, mi padre dejó sobre la mesa un pequeño folleto donde se hacía solamente una pregunta: ¿por qué tú no? Con el folleto en mano y en camino a la oficina, fui leyendo y reflexionando, creo que fue como una luz fuerte, porque cuando llegué alguien me preguntó que me pasaba, dije: Me voy a ser monja.
Con esa idea, empecé a buscar alguna congregación que fuese misionera, era lo único que tenía claro. En esa búsqueda pregunté a una amiga que ingresó con las hermanas con las que nos habíamos educado y me dijo “las blancas son misioneras y están recibiendo”. Yo no las conocía y no las había visto nunca, a pesar de que cada año pasaba unas semanas en una casa que colindaba con el colegio donde las hermanas eran las profesoras. Colegio El Amparo, en Cali.
Al finalizar un día la jornada de trabajo, me dirigí al colegio y pedí hablar con la hermana superiora, ella me acogió con mucho cariño y después de una entrevista que no recuerdo si fue corta o larga, me pidió ir con mis padres, a quienes aún no había informado de mi decisión. Tuve que hacerlo y pedirles permiso para hacer la solicitud de ingreso, como lo hice en un momento en que nos encontrábamos descansando y jugando con los papás, pensaron que era broma y mi padre me dijo: “claro, si quiere se va enseguida, mañana le llevo la ropa”. Pero no era una broma, luego si le costó firmar la carta, pero fiel a su principio que nos habían inculcado siempre, no puso mayores objeciones.
A finales del mes de agosto de ese mismo año, tenía la respuesta para ingresar si quería en septiembre, pero no había presentado mi renuncia al trabajo, así que lo dejamos para diciembre. Entre tanto preparar las cosas, cumplir con la ley laborar del pre-.aviso y tomar un mes fuera de la casa, porque hasta ahí nunca me había alejado de mis padres tanto rato y no tenía idea de cómo sería. Me acompañaron mi abuelita y mi hermana Mercedes. Fue un tiempo de encuentro conmigo misma, de búsqueda si eso que iba a hacer era lo que Dios quería para mí. La visita a los Santuarios de Monserrat y la Virgen de Chiquinquirá, en Bogotá y luego a la Virgen de Fátima en Cali, iban marcando de una manera más cierta mi camino.
Ingresé en Santa Rosa de Cabal, Risaralda; los dos primeros años, entre postulantado y primer año de noviciado, fueron pasando casi sin darme cuenta. Al inicio del segundo año íbamos a las veredas (pequeños pueblos) cercanas al noviciado para compartir la catequesis con los niños y niñas, estaba entusiasmada con ello, hasta que me llegó el momento de abrir las alas y salir del nido. Era enviada a Chile.
Cuando miro para atrás y pienso en los motivos para buscar la vida religiosa eran las misiones. Un sentido misionero que creo lo debo a las hermanas de mi primera formación, siempre nos hablaban de la necesidad de ir a enseñar… tenía una idea romántica de la misión. A lo largo de mi vida he ido ampliando esta idea y con la mirada de María de la Pasión, vivir la misión desde el lugar y el momento en que encuentro.
En general he vivido y quiero seguir viviendo mi vida como una buena cristiana, tratando de amar y servir sin distinción a todos los que el Señor va poniendo en mi camino, acoger su Voluntad con alegría y disponibilidad. Cuanto me gustaría vivir el ideal de Francisco de Así “Que Dios sea todo en mí”, es un ideal, un camino que requiere muchas veces la audacia y la valentía, como la que se necesita para enfrentar cualquier aventura y esta con mayor razón.
Al celebrar estos cincuenta año, quiero agradecer a Dios en primer lugar, a mis padres, mi abuela, quien después que ya había ingresado me confesó  que siempre rezaba para que yo fuera religiosa, nunca me lo dijo antes, ni me lo insinúo, pero su oración fue escuchada. También a los sacerdotes y a las hermanas FMM, tantos hermanos y hermanas que en los caminos del Señor me he encontrado y he podido compartir la fe y la esperanza, en el Dios que es Amor y Misericordia.
Al concluir tomar conciencia que celebrar este jubileo en el Año de la Misericordia, diría María de la Pasión, que es una armonía divina, porque qué otra cosa es que Dios a pesar de mis miserias, infidelidades, siga llamándome y dándome su Amor y Misericordia? 


Alabanza a Ti Dios, Trino y Uno.

domingo, 22 de mayo de 2016


« Antes de formarte en el vientre, te escogí. Antes de que salieras del seno materno, te consagré.” Jr. 1,5
Por cada uno de sus hijos(as) Dios tiene un plan de amor que realizar. Este amor se manifiesta por circunstancias distintas. Como el profeta Jeremías, el Señor  quería hacer de mí su sierva en la familia de las Franciscanas Misioneras de María.
Soy Hna. Sandra Stevy Ngangoula, de nacionalidad congoleña, misionera en la provincia BOLIVIA/ CHILE desde 2014.
El deseo de entregar mi vida al servicio del Señor lo tengo desde los 8 años cuando vi por primera vez a las Religiosas de San José de Cluny en la Iglesia de mi pueblo y la decisión final la tomé a los 12 años.

Antes no tenía una confesión religiosa fija, iba a la oración dominical según las orientaciones de los adultos, sobre todo con mi madre que por distintas razones integró  una Iglesia Evangélica. Pertenecía al grupo de infancia y mi madre al coro,  pero no pude quedarme allí por siempre. Me fui de aquella Iglesia un domingo con la ayuda de mi tía que acababa de llegar y quien  quería seguir su formación de catequesis en la Iglesia Católica, como todos íbamos a esta nueva Iglesia ella tampoco tenía elección sino que ir con la familia. Entonces este día mientras todos estaban rezando mi tía me dijo que íbamos huir de allí así en el momento de las ofrendas mientras todos cantaban y bailaban salimos del templo bailando y luego corriendo fuimos a misa Católica. Cuando llegamos no sé en qué momento de la Misa la única cosa que me impresionó y que pude admirar era las Hermanitas vestidas de blanco; se veían  tan hermosas y alegres cantando, al mismo tiempo yo tenía miedo de ser castigada al regresar a casa. Al salir de la Misa fuimos a saludar las hermanas y mi tía fue inscrita en la catequesis de primera Comunión a mí me dijeron que esperara hasta que tuviera 9 años y pedimos a un señor amigo de la familia que nos acompañará a casa explicándole lo que habíamos hecho. Él  fue hablar con mi mamá y mi abuela. Me acuerdo que mi mamá este día no me pegó ni tampoco me habló hasta el amanecer porque se había asustado cuando huimos, pero nunca más fuimos obligadas a ir con ellas, y apoyaron  a mi tía por su primera comunión en todo lo que necesitaba. En cambio yo seguía visitando a las hermanas que tenían a cargo el grupo de niñas que bailaban en la Iglesia pero no podía participar por culpa de una herida que tenía en el brazo, entonces me bastaba con verlas hablar y rezar al fin de cada reunión.
A los 9 años cambie de ciudad fui a vivir con la hermana mayor de mi mama (mi tía), no pude expresar mis sentimientos, ni tampoco empezar la preparación para mi primera comunión. Ella me llevo a otra Iglesia Evangélica cerca de la casa sólo porque la Iglesia Católica quedaba lejos de mi barrio y nadie podía acompañarme. Hasta que un día llego mi primo pidiéndole a mi tía que pudiera empezar la catequesis en la comunidad eclesial de base cerca de su casa y que él se ofrecía a   llevarme tanto  a misa como  a la  catequesis. Creo que fue el Día más hermoso de mi vida por que se abrió una puerta nueva para mí, prepararme a hacer mi primera comunión. Después de 3 años hice mi primera comunión y me fui de vacaciones donde mi mamá, es allí donde hablé con ella de mi deseo de ser religiosa, y me dijo que hablara con mi tía si ella aceptaba  entonces ella igual me iba dar su consentimiento.  Mientras,  hablé con unas amigas que eran aspirantes de las hermanas de San José para ver cómo  era la cuestión. Con todo eso me quedaba enfrentar mi tía por que tenía miedo de que no aceptara siendo hija mayor y viendo todo lo que hacía para prepararme a ser una buena esposa y responsable de mis hermanos.
Cuando volví, un día me atreví a hablarle a mi tía de mi sueño de ser misionera como en broma, ella me contestó que era muy pequeña, además no había religiosas misioneras solo había monasterio de la visitación de Loango. Vi que ganaba un poco  el consentimiento de mi tía otra vez volví a plantear mi deseo ella me dijo que terminara con sacramentos y luego lo pensara. Se tranquilizó mi consciencia. Después de mi confirmación le recordé a mi tía quien me autorizó inscribirme en el grupo vocacional con la condición de que mi primo tenía que cumplir su promesa de no dejarme sola. Así de a poco me fui formando en la Parroquia y me comprometí en grupos de Liturgia (lectores) y de pastoral juvenil (grupo de BILENGE YA MWINDA)


¿Cómo conocí a las hermanas fmm?
Cuando  integré el grupo vocacional en la Parroquia no había religiosa pero teníamos encuentros con el párroco y  con las hermanas de la congregación de las misioneras de Nazaret venían una vez al mes para los encuentros. Y a nivel diocesano organizaban encuentros vocacionales cada tres meses. Es allí que pude ver por primera vez la multitud de congregaciones religiosas que había. Después una de mis compañera me invitó participar a su encuentro en la casa de las hermanas Franciscanas Misioneras de María al principio no quise porque pensaba en la congregación de san José de Cluny que todavía no existía en Pointe Noire, pero luego dije voy a ver  y con permiso de mi tía, fuimos  a esa reunión.
 Al llegar la hermana ISABEL SAN MIGUEL que erala encargada de la pastoral vocacional nos recibió con las manos y el corazón de Madre. Y además después de la charla tuvimos un tiempo de Adoración al Santísimo. Estos dos momentos de acogida y de oración me impactaron mucho; en la Parroquia tenemos todos los días la adoración al santísimo y cuando vi que las fmm también se dedicaban a la Adoración pedí  a mi tía que me diera permiso de visitar las hermanas Franciscanas los fines de semanas así fue como empecé y después de una semana de encuentro vocacional que tuvimos en octubre de 1995 que tenía como lema: la vocación; decidí seguir mi camino con la hermanas franciscanas misioneras de María. Ellas me acompañaron durante 7 años, y después pude obtener el permiso de mi tía de iniciar la formación religiosa con la experiencia comunitaria, y el resto de la formación inicial.  Después del primera profesión fui enviada en distintas fraternidades de la provincia Congo/Cameroun. Para profundizar mi experiencia de vida consagrada fmm fui enviada en la provincia de Lubumbashi por un ano teológico  luego en Cameroun por la profundización de nuestro carisma FMM. Después de este tiempo de formación hice mis compromiso definitivo el 15 de septiembre de 2013 y recibí el envió por la provincia Bolivia-Chile. Y ahora estoy en la nueva fundación de Entre Ríos En Bolivia
Estoy muy agradecida por lo que el Señor ha hecho y siempre hace por mí. El Señor siempre ha conducido mi vida y a Él siempre ofrezco cada dio mi peregrinación,  mi  caminar, para que realice en mí su voluntad sobre todo para que sea su testigo a ejemplo de nuestra madre María “he aquí tu sierva, hágase en mi según tu palabra”



miércoles, 4 de mayo de 2016

Iniciamos en muchos países del mundo, el mes de María, que ella nos acompañe en nuestro caminar. Compártenos cómo te ha ayudado María a acercarte a Dios.