viernes, 27 de mayo de 2016

¿Por qué tú no?



Para hablar de mi vocación, tengo que remontarme a muchos años atrás. Nací en la bella ciudad de Santiago de Cali, Valle, Colombia.
Fui la primera hija de Ismael Peña y Edelmira Lozano; crecí junto a mis hermanos: Mery, Carlos Julio, Ismael, Edison, Ángel Antonio y Merceditas. Cuando era postulante nació mi hermano Javier. También con mi abuela Catalina, para mí una persona muy importante.
Mis estudios los realicé en la Escuela Isabel de Castilla, dirigida por las hermanas Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena, fundadas por la hoy Santa Laura Montoya. Luego en un Instituto profesional. 
Mi camino de adolescente y joven se va desarrollando en la Parroquia San José, del barrio Cristóbal Colón, en Cali. Alternaba los estudios y más adelante el trabajo con algunos compromisos de Iglesia: Legión de María, Cruzada Eucarística y servicio a la comunidad en una cooperativa donde hacíamos con las amigas, servicios voluntarios para que se pudieran vender los productos a bajo costo. Entre medio tenía mis días como toda joven, de esparcimiento.
Lo que más recuerdo y con mucho cariño y gratitud, son las salidas en familia cada domingo, mis padres, abuela y hermanos íbamos al campo, cerca del río donde pasábamos todo el día. Eso si, a primera hora de la mañana participábamos de la Eucaristía dominical.
A los 15 años, alguien me dijo que sería religiosa, la verdad no me gustó para nada y lo dejé en el olvido. Trabajaba en las oficinas de un diario local y un día por el mes de julio de 1965, mi padre dejó sobre la mesa un pequeño folleto donde se hacía solamente una pregunta: ¿por qué tú no? Con el folleto en mano y en camino a la oficina, fui leyendo y reflexionando, creo que fue como una luz fuerte, porque cuando llegué alguien me preguntó que me pasaba, dije: Me voy a ser monja.
Con esa idea, empecé a buscar alguna congregación que fuese misionera, era lo único que tenía claro. En esa búsqueda pregunté a una amiga que ingresó con las hermanas con las que nos habíamos educado y me dijo “las blancas son misioneras y están recibiendo”. Yo no las conocía y no las había visto nunca, a pesar de que cada año pasaba unas semanas en una casa que colindaba con el colegio donde las hermanas eran las profesoras. Colegio El Amparo, en Cali.
Al finalizar un día la jornada de trabajo, me dirigí al colegio y pedí hablar con la hermana superiora, ella me acogió con mucho cariño y después de una entrevista que no recuerdo si fue corta o larga, me pidió ir con mis padres, a quienes aún no había informado de mi decisión. Tuve que hacerlo y pedirles permiso para hacer la solicitud de ingreso, como lo hice en un momento en que nos encontrábamos descansando y jugando con los papás, pensaron que era broma y mi padre me dijo: “claro, si quiere se va enseguida, mañana le llevo la ropa”. Pero no era una broma, luego si le costó firmar la carta, pero fiel a su principio que nos habían inculcado siempre, no puso mayores objeciones.
A finales del mes de agosto de ese mismo año, tenía la respuesta para ingresar si quería en septiembre, pero no había presentado mi renuncia al trabajo, así que lo dejamos para diciembre. Entre tanto preparar las cosas, cumplir con la ley laborar del pre-.aviso y tomar un mes fuera de la casa, porque hasta ahí nunca me había alejado de mis padres tanto rato y no tenía idea de cómo sería. Me acompañaron mi abuelita y mi hermana Mercedes. Fue un tiempo de encuentro conmigo misma, de búsqueda si eso que iba a hacer era lo que Dios quería para mí. La visita a los Santuarios de Monserrat y la Virgen de Chiquinquirá, en Bogotá y luego a la Virgen de Fátima en Cali, iban marcando de una manera más cierta mi camino.
Ingresé en Santa Rosa de Cabal, Risaralda; los dos primeros años, entre postulantado y primer año de noviciado, fueron pasando casi sin darme cuenta. Al inicio del segundo año íbamos a las veredas (pequeños pueblos) cercanas al noviciado para compartir la catequesis con los niños y niñas, estaba entusiasmada con ello, hasta que me llegó el momento de abrir las alas y salir del nido. Era enviada a Chile.
Cuando miro para atrás y pienso en los motivos para buscar la vida religiosa eran las misiones. Un sentido misionero que creo lo debo a las hermanas de mi primera formación, siempre nos hablaban de la necesidad de ir a enseñar… tenía una idea romántica de la misión. A lo largo de mi vida he ido ampliando esta idea y con la mirada de María de la Pasión, vivir la misión desde el lugar y el momento en que encuentro.
En general he vivido y quiero seguir viviendo mi vida como una buena cristiana, tratando de amar y servir sin distinción a todos los que el Señor va poniendo en mi camino, acoger su Voluntad con alegría y disponibilidad. Cuanto me gustaría vivir el ideal de Francisco de Así “Que Dios sea todo en mí”, es un ideal, un camino que requiere muchas veces la audacia y la valentía, como la que se necesita para enfrentar cualquier aventura y esta con mayor razón.
Al celebrar estos cincuenta año, quiero agradecer a Dios en primer lugar, a mis padres, mi abuela, quien después que ya había ingresado me confesó  que siempre rezaba para que yo fuera religiosa, nunca me lo dijo antes, ni me lo insinúo, pero su oración fue escuchada. También a los sacerdotes y a las hermanas FMM, tantos hermanos y hermanas que en los caminos del Señor me he encontrado y he podido compartir la fe y la esperanza, en el Dios que es Amor y Misericordia.
Al concluir tomar conciencia que celebrar este jubileo en el Año de la Misericordia, diría María de la Pasión, que es una armonía divina, porque qué otra cosa es que Dios a pesar de mis miserias, infidelidades, siga llamándome y dándome su Amor y Misericordia? 


Alabanza a Ti Dios, Trino y Uno.

5 comentarios:

  1. Madre nubia así la llamábamos los alumnos del santo Tomás aquí en Chile quien desde el principio nos miro con gran cariño y educó bajo la mirada del señor .gracias por compartir su historia .me emocione al recordarla .nunca la olvidamos aquí dejó una genercion que cría con respeto y grdece al señor, grzciaz por los años junto a nosotros .un brazo desde la distancia

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    1. Querida Mariela, muchas gracias por tus palabras. Si, es bello poder agradecer al Dios de la Vida, por el camino recorrido.
      Que Dios siga llenandote de bendiciones junto a tu querida familia.
      Un fuerte abrazo y mi oración, con cariño

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  2. Madre nubia así la llamábamos los alumnos del santo Tomás aquí en Chile quien desde el principio nos miro con gran cariño y educó bajo la mirada del señor .gracias por compartir su historia .me emocione al recordarla .nunca la olvidamos aquí dejó una genercion que cría con respeto y grdece al señor, grzciaz por los años junto a nosotros .un brazo desde la distancia

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  3. Hermana Nubia, quien puede olvidar a la forjadora de mi vocación, en el colegio Santo Tomás de Aquino, en Chile, quien guió mis pasos hacia la enfermería, eso no se olvida jamás, un abrazo enorme, con emoción en mi corazón...

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    1. Que lindo saber que eres feliz con tu profesión-vocación. me alegro mucho de esa pequeña semilla que Dios ha permito que creciera en ti.
      Somos llamadas a la vida, para amar y servir... que Dios te siga bendiciendo. con cariño

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