martes, 7 de junio de 2016

“Al final del camino dirán: 'Has vivido, has amado? - Estados Unidos   versione testuale

 “Al final del camino dirán: 'Has vivido, has amado?
Yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres…”  
(Pedro Casaldaliga)
 
 
Lo que comparto hoy, es un trozo de mi corazón que ha amado profundamente. Hay experiencias que nos marcan y transforman nuestra vida. Vivir en El Paso ha sido una de ellas, fue compartir más profundamente una misión terriblemente fuerte y bella a un tiempo. Mi corazón está lleno de nombres… de rostros… de sonrisas y de lágrimas, de quienes cuentan para Dios. Cuando nombramos, cuando compartimos, no solamente hacemos Teología, sino que contemplamos con otros ojos realidades que nos tocan y nos atraviesan. Además de escuchar las voces que nos nutren. Finalmente, diría yo, nos recreamos y eso es Presencia de Dios…
 
Contemplo y vuelven a mi mente muchos rostros de niños y niñas que encontré a diario durante casi tres años. Mi trabajo pastoral era en la oficina diocesana DMRS, específicamente acompañando a los menores en detención. Esta experiencia no es, ni pretende ser la totalidad de una realidad tan compleja como la migración, pero sí es un pequeño destello que nos permite comprender un poco de esta realidad.
 
Cuando un menor de edad llega a EEUU sin ser acompañado por sus padres o el custodio legal, es detenido por la patrulla fronteriza (Border patrol), y considerado un menor no acompañado. En términos legales es ‘Unaccompanied Alien Child’ (UAC), ni siquiera un ser humano...se le envía a un centro de detención para menores de los que en EEUU hay por lo menos 100. En El Paso, hay cuatro, con una capacidad para 360 niños y niñas desde 2 meses hasta 17 años de edad; y cada vez vemos que llegan niños y niñas menores, en los años anteriores llegaban muchos adolescentes, ahora vemos en edad de 5-8 años y con un aumento significativo de necesidades especiales.
 
Las cifras muestran que cada año aumentan los UAC que son detenidos por la patrulla fronteriza. En 2012 fueron aproximadamente 25.000; en 2013: 45 000 y en 2014 más de 90 000. Los países que “expulsan” más niños son Honduras, Guatemala y El Salvador (en este orden). Se constata que los números aumentan, pero 'qué hay detrás de esos números? Claro que hay rostros e historias, mucho dolor e injusticias y los números se convierten en personas, más aún en Encarnación de Dios. Traigo al corazón algunos de esos rostros que me hacen presente a Dios. 
 
El rostro de Rosa, una pequeñita peruana de 5 años que llegó al centro de detención. Como cualquier pequeñita, cargaba entre sus manos un osito de peluche, que había nombrado Fofo… Estuvimos conversando harto, ella vivía con sus “papás” en Perú e iba a conocer a sus nuevos papás, me supongo que la historia era que sus papás la dejaron al cuidado de sus abuelos y ahora, ya un poco estables podían recibirle y estar con su pequeña. Terminamos de platicar y ella me detuvo de la mano no quería que me levantara, se me acercó y me dijo: “No vayas afuera, allá están los policías y tienen pistolas”, su pequeño rostro cambió, se llenó de angustia y, aunque yo traté de calmarla, reconozco que me quedé con ella en el corazón y me pregunto: Ciertamente, después de los atentados de las Torres Gemelas en NY, la gente quedó con miedo, pero… 'tenemos tanto miedo a niñas como Rosita? 'Por qué necesitamos crearles un trauma que marcará todas sus vidas? y, en última instancia; 'qué delito cometió Rosita para estar encerrada?
 
Sandra, es una chica de 14 años, le gusta mucho estudiar y quiere ser arquitecta, vivía con sus abuelitos en su país, ellos siempre fueron cariñosos con ella, sus papás se vinieron cuando ella era bebé, primero su papá, que después se separó de su mamá y luego se vino su mamá, así que ella no recuerda mucho a los dos. Iba un día a la escuela y unos muchachos de una ‘mara’, la detuvieron y no la dejaron llegar a la escuela, la tuvieron con ellos cuatro días, ella vivió violación, le hicieron drogarse y muchas cosas... pero bueno, sus abuelitos le pidieron que fuera con su mamá a EEUU para protegerla de aquellos muchachos. Para mí fue impresionante contemplar a esta pequeña con el corazón roto, con tanto dolor y tanto odio... y 'qué decirle? Lo peor fue cuando Sandra se reunió con su mamá y el gobierno de EEUU encontró que Sandra era forzada a la prostitución por su propia madre, 'cómo es posible que quien es confiada en la tarea de cuidar, destruya?, 'cuántas veces, con mis actitudes, destruyo la vida?
 
El rostro de Pedro, un chico de 13 años que no sabe leer ni escribir, en Honduras, sus papás le abandonaron con sus abuelos y, cuando tenía 6 años, su abuelo le llevó a la calle, que sería desde entonces su nuevo hogar. Pedro vivió muchas cosas en la calle, drogas, sexo, violencia, discriminación… solamente el señor Vidal le tendió la mano. Cuando Pedro decidió viajar a EEUU fue simplemente porque ya se había cansado de vivir en la calle, ahora enfrenta un proceso legal de inmigración, en medio de una soledad tremenda… En el camino fue secuestrado por los zetas en México y le torturaron de una manera cruel (omito detalles) pidiéndole que les diera teléfonos de familiares en EEUU; familiares que Pedro no tiene… finalmente le dejaron libre, con una herida más en su ser… 'no sería justo al menos cada una de nosotras pedir perdón por todo lo que viven los niños y niñas al pasar por nuestro país, o al ser expulsados del mismo? 'de qué sirve a este pequeño levantarse cada mañana, tratar de luchar por una vida mejor?
 
El rostro de María (tal vez la de Nazareth), la encontré en un momento complicado para mí, pero que me hizo voltear hacia algo mucho mayor… María fue engañada por la novia de su primo que le invitó a ir a trabajar a Guatemala, en cuanto llegaron, le entregó a María a un tratante de blancas, éste la llevó a un lugar que ella describe como infierno… la primer vez que me senté a escuchar a María, estuvimos horas… yo en silencio, ella llorando… Nunca había percibido en mi vida, cuánto dolor puede generar una situación como esta. No doy detalles por obvias razones. Encontré a María varias veces y poco a poco fui testigo de su transformación. Queda mucho camino para sanar a María… pero el milagro que pude contemplar fue que aunque rota, empezó a convertirse de nuevo en un ser humano.
 
Estos niños/as tal vez necesitan muchas cosas, desde lo más indispensable como la comida hasta el reencuentro con sus familias y más aún, lograr conseguir legalmente una visa para permanecer en EEUU y no volver a situaciones de muerte ('quién dijo que en EEUU no encontrará situaciones de muerte?) Pero creo, como me decía Tatik Samuel, que lo que necesita nuestro pueblo migrante es una familia, no una Iglesia, una familia que les reciba, que les escuche, que sienta con ellos y ellas, que sea capaz de abrir las puertas y acogerles. Percibo que este fue el regalo de Dios en estos años… “casa abierta” en sus llantos y sonrisas… esa maravillosa oportunidad de contemplar y sostener seres humanos en busca de una dignidad que les ha sido arrancada y que cualquier gesto es ya un gesto del amor de Dios.
 
He conocido miles de historias que han vivido mucho dolor, que hoy día tienen que vivir “forzadamente” el “desencarnarse” de su tierra para intentar “encarnarse” en tierras nuevas, con idiomas nuevos y familias nuevas… Emigrar es un derecho, pero son nuestros países los que expulsan a su propia gente, por la pobreza, la violencia, la injusticia.
 
Cierto es que yo no fui a Estados Unidos con el “sueño americano” sino con un envío que creo profundamente, es el envío y el sueño de Dios, lo que me permitió encontrarle en los más pequeños y vulnerables. Yo solamente puedo empezar a balbucear lo que me ha permitido Dios de rehacerme como mujer en medio de estos rostros… de estas historias… tal vez, al final del día, lo único esencial es ir permitiéndome ser un poco más humana, más hermana. Que este nuestro compromiso por un mundo mejor, nos permita seguir soñando y compartiendo nuestros sueños, para poder seguir gritando con nuestras vidas:
  
  
“¡Malditas sean todas las cercas!
Malditas todas las propiedades privadas
que nos privan de vivir y de amar!” 
(Pedro Casaldaliga)
 
María de Lourdes Lopez Munguia, fmm