viernes, 29 de abril de 2016


Me miró con Amor y me invitó a seguirle


Comienzo a compartirles mi historia vocacional con estas palabras… “él me miró con amor y me invitó a seguirle” simplemente creo que mi vida consagrada comienza con estas dulces palabras.

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Mi nombre es Elizabeth León Lujan… nací en una pequeña región llamada Huaycuri, de la ciudad de Potosí, en Bolivia. Tengo 28 años.
Mis padres se llaman Segundo y Zoraida, mi hermano Ronald y mis dos hermanas Nayde y Melby.
Mi primer encuentro concreto con Jesús ocurrió cuando yo tenía 11 años.
Lo recuerdo con mucho cariño porque ese encuentro ha marcado mi vida hasta hoy.
La señora Rosa Rodríguez, coordinadora de la capilla San Judas Tadeo visitaba en ese tiempo las casas del barrio invitando para los sacramentos de la confirmación y la primera comunión. Cuando tocó la puerta de casa, mi madre salió a atenderla. Yo estaba detrás de la puerta para ver de qué se trataba. Entonces la señora le decía a mi madre que yo tenía edad para hacer mi primera comunión. Mi madre escuchaba atentamente hasta que yo la interrumpí diciéndole que aceptara la invitación, que a mí me gustaría hacer mi primera comunión.
Aquel impulso que sentí cuando escuche la invitación venía de otro lado, porque yo en ese momento estaba estudiando para ser testigo de Jehová, y también lo estaban mi madre y mis hermanos.
En casa todos creíamos en Dios pero ninguno iba a misa. Cuando vinieron los testigos de Jehová y nos hablaron de Dios, no tardamos en unirnos a ellos hasta el día en que recibí la invitación.
La alegría que sentía en aquel momento por aquel acontecimiento que vivía sólo la sé explicar desde la mirada de amor. Jesús me miró con amor en la sonrisa de la señora Rosa. Miro mi familia y doy las gracias por cada uno de ellos, porque aceptaron acompañarme en mi nueva aventura: comenzar mi preparación para la primera comunión.
Después de este primer encuentro, mi vida de fe comprometida en la iglesia de mi comunidad fue enriqueciéndose conforme iba pasando el tiempo, porque fui  tomando varios servicios, siendo monaguilla, sacristana, catequista, miembro del ministerio de música y evangelización.
Yo estaba muy contenta viviendo con mi familia mi compromiso con las hermanas franciscanas Misioneras de María y mis amigos hasta que un día descubrí que el Señor me invitaba a adentrarme un poco más en el camino de discipulado y allí comencé mi búsqueda.
No sabía por donde comenzar a buscar… a mi favor sólo tenía mi aprecio por la vida misionera y la espiritualidad franciscana.
Después de haber frecuentado algunas congregaciones, el ejemplo de sencillo de la hermana Dolores FMM, me ayudo a encontrar mi lugar.
La forma en que visitaba a los vecinos más necesitados de mi barrio y la pasión que sentía por la eucaristía me animó a vivir mi acompañamiento vocacional en su comunidad.
Pasé 6 años con la hermana María Concepción Rovira quien me ayudo con su propia experiencia de vida como se va viviendo la vida religiosa,  acompañándome cada semana, mientras seguía los estudios hasta que llegó el día de decirles a mis padres que quería irme de misionera.  
Mi padre no entendió mucho lo de ser misionero así que me dijo enseguida que no. Y mi madre se debatía entre dejarme partir, porque yo era su primera hija y le apoyaba mucho en sus trabajo.
Para ellos fue muy difícil y para mí también lo fue. Significaba dejar atrás todo lo que conocía y lanzarme a lo desconocido confiando solamente en la palabra de Jesús.
Finalmente después que mi madre me dio su apoyo y luego de haber sorteado otras dificultades en el camino, partí a Santiago de Chile a iniciar mi vida religiosa. Desde aquel momento fui haciendo realidad mi vida misionera. Después de haber estado en Ecuador, Colombia, México ahora me encuentro en Bolivia en la nueva fundación en Entre Ríos.
Cada día que pasa para mí sigue siendo siempre un desafío de vivir la misión desde el espíritu franciscano en fraternidad, con la misma pasión del inicio, cada día es una nueva oportunidad para agradecer este llamado que ha llenado de sentido mi existencia aquella vez que Jesús me miró con amor y me invitó a seguirle ha sido y será siempre el día en que mi corazón se sintió profundamente amado sin merecerlo... sólo por su inmensa bondad y misericordia.


viernes, 15 de abril de 2016

Mi Vocación

Amando a Jesús Crucificado en medio de los pobres.
Vayan por el mundo


Mi nombre es  Jeong Min Cho (Pia), soy coreana, y estoy hoy en Chile, en la primera región. Tarapacá, Iquique en una comuna del altiplano llamado Huara, que significa en el idioma  Aymara  “estrella “.

Quiero contarte mi historia vocacional, desde niña escuche en mi familia que nuestra herencia más grande era la fe católica  y yo veía  a los fieles  que oraban juntos con una voz unánime en la Iglesia. Nuestra familia estaba en medio de otras religiones como Budismo, protestantes, Confucio y Chamanismo, donde todos sabíamos que Dios es Grande y Justo.
 
     A la edad de 14 años, tuve una  inquietud  vocacional  que toco mi corazón, y en mi pueblo había una capilla muy sencilla, los sacerdotes venían una vez al año, y generalmente en las grandes fiestas donde todo el pueblo se reunía yo iba con mi familia. La presencia de Jesús crucificado me atraía cada vez más y me preguntaba:
¿Porque Jesús siendo hijo de Dios tenía que sufrir tanto y morir clavado en la cruz?
A pesar de esta pregunta, permanecí bajo la cruz y sentí mucha paz cada día que lo visitaba. Esto me llevo a decidir a estar muy junto a Él y  empecé a participar  en los encuentros vocacionales en la congregación de las Franciscanas Misioneras de María.
Las hermanas  nos contaban la vida de San Francisco, la vida de la fundadora,  María de la Pasión , su carisma y su misión , y luego nos reuníamos en la capilla para hacer oración y adoración al Santísimo lo que me atrajo sobremanera, la hostia contemplada y adorada , que representa el cuerpo y la sangre de Cristo su presencia sencilla y humilde entre nosotros me hacía no estar sola sino siempre acompañada de Jesús, no tener miedo frente a la persecución que constantemente sufría nuestro pueblo. Además me atrajo mucho la sonrisa, la sencillez de las hermanas, el hábito blanco y el trabajo para los necesitados y pobres. Deseaba enormemente  entrar a la vida religiosa pero debía terminar la Universidad.
 Ingrese con las Hermanas Franciscanas Misioneras de María en  Busan con 10 compañeras. Y poco a poco fuimos adaptándonos a la nueva vida: liturgia, oración, convivencia, servicio, descubriendo la vocación misionera en el carisma de nuestra congregación. Crecí en la disponibilidad porque mi Jesús me enviaba a muchos lugares y continentes que jamás imagine .…. mi corazón se hacía misionero del mundo, que grande es el camino de ser  misionera, cuando escuche mi nombre  en la ceremonia para ser enviada en mis votos perpetuos a la provincia Bolivia-Chile en el continente americano mi  corazón se llenó de gozo .
Llevo 16 años viviendo entre Bolivia y Chile, aquí la vida en los pueblos del altiplano, la zona amazónica, se siente el grito del pobre y al mismo tiempo la danza, el compartir de los pueblos originarios entre el mar y el desierto, la pampa y el valle.

Actualmente estoy en el norte grande de Chile,  en una pequeña Comuna llamada “Huara”.  Pertenecemos a la provincia del Tamarugal: es el  lugar donde en el siglo pasado, hubo gran auge económico en el tiempo de las oficinas salitreras y hoy esta despoblado y marginado de  la ciudad en el desierto. Estoy dando clases en el Liceo de Huara y los fines de semana viajo a alguna comunidad de los pueblos del interior. Por ahí alguien escribió que “el desierto es siempre la Oportunidad de encontrar un OASIS” y el profeta Oseas en la Biblia nos dice “Te llevare al desierto para hablarte al corazón “.
Mi vocación se renueva como un oasis, cada noche contemplando a Dios misericordioso, en el firmamento, en las estrellas, en la luna que nos alumbra en medio del desierto y durante el día contemplo a los niños en la escuela donde trabajo, los cuales los pongo en el altar de la eucaristía para que encuentren a Dios y se dejen encontrar por El.  
Joven, te cuento mi historia para que no tengas miedo de dejarlo todo por Jesús, el estará en tu corazón y con el harás la misión de llevar la Buena Nueva a los lugares donde Jesús aun no es conocido y amado.






viernes, 8 de abril de 2016

QUE DETALLE, SEÑOR, HAS TENIDO CONMIGO

Nuestra Hermana Julia Rodríguez nos comparte su historia vocacional
No sé por qué este canto no me gustaba. No sabría decirlo.


Pero hoy en este segundo día de retiro tuvo una gran resonancia en mí que cada frase me inundaba de gozo, recordando mi llamado a la VR Realmente es un detalle de amor que me cautivo mí Señor, mí Dios.

En ese entonces yo tenía dieciséis años, una adolescente en capullo. Pero su amor tan grande me sedujo que estaba encantada y llena de ilusión. Mi llamado fue como un chispazo muy fuerte que me hacía pensar :¡Qué hermoso será servir al Dios! y sentía un deseo grande de ir a un convento. Por supuesto en algún momento quería rechazarlo pensando otras cosas, pero el llamado era más fuerte que mis pensamientos. Así que me puse en camino para ir en busca del convento Esto fue algo providencial. Cuando llegue al centro vi venir una micro que indicaba su trayecto: Calzada Tepeyac en ese momento me vino el recuerdo de una conversación de mi madre que tuvo con una amiga, pero esto había sido 2 ó 3 años atrás, pero en mi mente había quedado el hecho ; y la Sra. Contaba a mi madre que su hijo lo había llevado al dispensario de las Madres Blancas y se había curado. Así que subí a la micro y llegue al Parque Calzada Tepeyac. Al bajar pregunte a dónde se encontraba el convento y me indicaron.
Al llegar lo primero que vi fue el nombre de la Congregación FRANCISCANAS MISIONERAS DE MARIA Este nombre colmaba todo mi deseo por ser misionero, ya que había leído vidas ejemplares de grandes misioneros como de Francisco Javier.
Bueno no, no fue necesario tocar la puerta; se abrió a mi llegada y cariñosamente fui acogida por las hermanas. En mis manos traía un ramo de flores para colocarlas al pie del altar. ¿Este ramo no sería la expresión de mi amor y ofrenda? No sabría decirlo , pero Dios si lo sabía…

Desde ese día las visitas al convento continuaban. En una de esas entrevistas con la Hna. Superiora me explicó lo que implicaba la Vida religiosa y me dijo: La Vida Religiosa es de sacrificio porque vamos a misiones muy lejanas y además somos una congregación internacional. ¿Esta Ud. Dispuesta? Mi respuesta fue un sí estoy dispuesta a ir donde sea enviada. Cuando conté esto a mis padres no pusieron ninguna objeción.
Puesto que me veían muy contenta. Mi padre dijo: Desde mañana a levantarte muy temprano a bañarte con agua fría e ir a misa.
Los días transcurrían con gran ilusión y a misa temprano me iba acompañada de mi hermano menor y mi sobrinita Coco. Por el camino les motivaba a la oración y al sacrificio.
Llego el gran día festividad de Ntra. Sra de Lourdes. Era la tarde de un domingo cuando fui acompañada de mis padres y mis hermanos menores y mi sobrina Coco. Ese día fui recibida como Aspirante de la Congregación Al anochecer la Hermana encargada me trajo el uniforme de Aspirante y el velo blanco para la Adoración del Santísimo. Asimismo me mostro mi habitación y sobre la cama había el misal y un libro de oraciones.
Seguido vino la superiora y encendieron el cirio e hice la Consagración a la Virgen y se canto:
“DANOS UN CORAZÓN, MADRE MIA TAN PURO, QUE ENCUENTRE DIOS EN EL ,UNA COPIA DEL TUYO…”